Blog de Héctor Santcovsky

un blog para reflexionar sobre política, sociedad y retos de futuro

8/12/09

Barcelona, por un lugar en el mundo

Hace un cierto tiempo Joan Subirats publicaba un interesante artículo en el diario El País sobre la relación de Barcelona y Madrid tratando de dimensionar, entre otras cosas, algunos aspectos que le podrían dar el papel adecuado a Barcelona, sabiendo que no es capital, y que en muchos momentos recientes ha vivido las ilusiones de ser la ciudad más importante de España.
Esta percepción que se ha ido construyendo sobre Barcelona, que Subirats relata muy bien, si bien no era exactamente así como deseábamos que fuera por parte nuestra, tampoco estaba exenta de una cierta verdad. Barcelona, más allá de singularidades que se dan en otros entornos (en Lyon, en Milán o en Frankfurt) ocupaba una plaza y una posición en España que excedía en muchos aspectos la función de la ciudad secundaria en política pero hegemónica en economía.
La crisis de cercanías, los episodios de cortes de energía, la falta de concreción en decisiones relativas a las grandes infraestructuras, entre otros factores, devolvió a una cierta realidad la ilusión de la capacidad de autonomía y emprendimiento que Catalunya, y muy particularmente Barcelona, hacía gala delante de sus propios proyectos y de las contradicciones y contratiempos. Muchos de estos problemas no eran resolubles con estrategia de autonomía de decisión, y demostraban con mucha crudeza la dependencia en todo sentido de aspectos claves del desarrollo de la ciudad.
Más recientemente el episodio de la prostitución en la Boquería (no por desconocido, menos morboso para ser tratado por la prensa) ha vuelto a poner en debate la situación global de Barcelona, los temas relacionados con el espacio público y la seguridad, etc. En cualquier caso ha entrado de lleno en el tema del orgullo de ciudad, que se ha visto enormemente afligido por el tratamiento mediático de los temas acaecidos. Más allá de la licitud de la libertad de expresión queda pendiente la arbitrariedad del tratamiento, sobre todo fotográfico, y en particular los efectos provocados en la ciudadanía en general.
Volviendo al tema del lugar de la ciudad en el contexto general el debate está servido. Cabe pensarse que toca hacer para tener el papel que se pretende ha de tener un projecto de ciudad que no es capital,...., de Estado, pero si de nación. Es curioso que la falta de comprensión sea de raíz española, pero no podemos decir que el papel de Barcelona en Catalunya sea simple. Cierto que ha mejorado notablemente con el gobierno de progreso del tripartito, pero aun algunos debates hacen que sienta Barcelona que no es exactamente comprendida en toda su dimensión. Seguramente las causas y raíces son diversos, y la más significativa es la falta de "identidad" exterior de Catalunya, pero ese factor no es óbice para no reflexionar originalmente sobre el papel de Barcelona en general, inclusive más allá de España y Catalunya.
En ese contexto no es entendible algunas sugerencias de los expresidentes Pujol y Maragall que apelaban a tomar iniciativas propias. Lo que volvía a plantearnos el tema que pagamos doblemente aquellos servicios que en otras comunidades venían por propi redistribución.
El Presidente Montilla expresaba muy acertadamente cuando apelaba al riesgo de desafección, en una situación que no hace más que beneficiar a las posturas que plantean la ruptura con España, desde la posición de víctima, ya que no me quieren. No nos olvidemos que siempre los catalanes hemos tenido una posición victimista respecto a España, de incomprensión y que Esquerra Republicana ha aprovechado de manera muy inteligente., inclusive en los espacios mediáticos de ámbito estatal para reforzar la posición, en realidad no me quieren.
Una identidad no solo es el producto de lo que quiero de mí mismo, o de la imagen que tengo y guardo de mi yo. La identidad también hace referencia a quien soy para el otro, que lugar ocupo, que vengo a representar.
En el caso de la política, cuando entramos en este tipo de debates observamos una situación genéricamente entendida como de incertidumbre estratégica. Los profetas tenían una respuesta muy interesante respecto del dilema y no era otra que ser tú mismo. Se habla de no sólo en la construcción de una identidad que se basa estrictamente su reafirmación sino que a veces requiere también hechos concretos.
Sin entrar en una perspectiva estrictamente fáctica no cabe duda que muchos de los recientes sucesos (crisis de cercanías, crisis energética, debate ciudadano sobre decisiones importantes a la ciudad, clima de cierto enfrentamiento gratuito en la política catalana, prostitución y espacio público, seguridad, etc.) empañe un debate auténtico sobre como construir ese modelo de ciudad que se referente para entender los procesos pasados y futuros.
Barcelona ocupó un lugar en el mundo, en muy poco tiempo, y sobrepasando inclusive la capital del estado. No dudaríamos en afirmar que los juegos olímpicos han tenido seguramente un papel inclusive mucho más importante que hoy, aun más, nos permite vislumbrar en una perspectiva histórica.
Delante de la Madrid provinciana, caótica, que también padecía toda las contradicciones del signo político, surgida una Barcelona emprendedora, llamativa en su organización y diseño de ciudad, que también formaba parte de este oasis que ahora parece haber comenzado a hacer agua por muchos lados. Barcelona no era tal oasis, el enfrentamiento entre la ciudad y el gobierno autónomo era impresionante, pero se vivió un momento de ilusión colectiva, que permitió pensar que estábamos delante de otro modelo de crecimiento de una ciudad en la actualidad. Si Barcelona en esos momentos soñó con ser una no capital pero que pesaba más que la propia capital.
Pero desde finales de los años 90 la cosa va cambiando de rumbo. Mucho se podría achacar seguramente al gobierno de la Ciudad, pero no se sería ajustado ni a la realidad y a la verdad. Barcelona ha sufrido y trabajado durante años contra una perspectiva de Cataluña provinciana que iba marcando un espacio de inferioridad y periferia. En ese contexto era imposible pensar y esquizofrénicamente en una Catalunya provinciana y en una Barcelona cosmopolita
Hoy Barcelona tiene la obligación de reencontrar su espacio como ciudad, superando cualquier tentación de ser una capital de provincias más, aunque sea la más importante, y buscando la seña de identidad en una construcción que desde lo político las ideas de liderazgo y orgullo de pertenencia a un proyecto colectivo.
En ese contexto, el de Barcelona si éste indisolublemente ligado al futuro de Catalunya como no puede ser de otra manera, pero si también es necesario liderar esa Catalunya que tiene que romper definitivamente con cualquier tentación provinciana y autárquica, que relega su posicionamiento en el mundo espacio económico, y a un rasgo identitario de diferencia, pero sin una percepción de capitalidad que le permita situarse en una perspectiva cosmopolita y universal, factores indispensables para hacer de Barcelona una capital con peso de todo tipo en este nuevo mundo globalizado.

Etiquetas: ,

El papel de la izquierda en el momento actual: a la búsqueda de un nuevo relato

¿Un debate necesario?
La complejidad de la realidad social, económica y política se ha transformado en los últimos años de tal manera que muchos de los aspectos que conformaban el entorno de referencia del socialismo democrático en los años 70 y 80 (que no decir a los debates construidos en referencia a la segunda y tercera internacional) nos exige pensar en clave de una situación manifiestamente diferente a la que se daba hace escaso 20 o 30 años.
Cuando observamos los cambios que han sufrido los mercados económicos, financieros o de trabajo, las ideologías hegemónicas y dominantes, las formas y convenciones de los entornos políticos, la crisis de los sistemas de representación y la emergencia de otros nuevos, la crisis de legitimidad de la política y del propio Estado moderno, las nuevas desigualdades, el avance científico y tecnológico, por indicar los temas más significativos, no podemos dejar de pensar que nos encontramos ante una nueva realidad mucho más compleja y con muchas más incertidumbres a la que estábamos acostumbrados, tanto en la perspectiva de los instrumentos de interpretación, como en las características, alcance y dimensión de las herramientas de intervención y acción. Es en ese contexto en el que se plantea esta reflexión respecto a la pertinencia en la definición de una cierta situación de transformación y reposicionamento de la izquierda.
En cualquier caso lo que no podemos dejar de pensar es que como mínimo todas las cosmogonías e ideologías dominantes de los últimos 100 años, delante de modificaciones tan profundas de la realidad que la rodean, deben encarar un nuevo tipo de reflexión que hace en una perspectiva bastante diferente de al menos la que teníamos hasta hace escasamente 25 o 30 años .
Es cierto, y habrá que volver a insistir sobre ello, que cuando hablamos de la crisis, en realidad lo prudente y conveniente sería decir que el mundo vive una época de transformación muy severa, que afecta a diferentes órdenes de la vida, y que de hecho esta transformación no será menor en las instituciones más consolidadas. Más bien deberíamos apelar, en todo caso, a la crisis de la democracia, a la crisis de la Iglesia, a la crisis de los modelos institucionales de defensa de los Estados (el caso de la profesionalización del ejército es un buen ejemplo) que nos obliga a pensar que muchas de las formas conocidas de organización social sufrirán una profunda revisión de su posicionamiento actual o de sus perspectivas de futuro.
En este sentido también hemos de tener presente que es tan válida esta interpretación de agotamiento del modelo y transformación para las opciones de izquierda, para el centro, para la derecha, para las organizaciones no gubernamentales, para los sindicatos, para las organizaciones empresariales, para la escuela, para la Universidad, y sería interminable los ejemplos que podríamos poner para demostrar que para bien o para mal la idea de crisis, en el sentido de la idea de transformación o cambio, afecta y afectará a todos los ordenes de la vida.
En ese contexto se podría afirmar que ya no queda lugar para la formulación de un discurso complaciente, que, sosteniéndose en los efectos masivos de ese fenómeno llamado crisis, hace emerger un conjunto de explicaciones sostenidas en subterfugios retóricos que no hacen otra cosa eludir y postergar el debate, muchas veces por falta de herramientas y ejercicio analítico.
Esta posición se circunscribe, la mayoría de las veces, a justificar esta carencia mediante una sustitución interesada en la falta de relato por la cotidianeidad de la gestión política, sin entrar a fondo en el replanteamiento de las estrategias necesarias. Es en ese sentido que reivindicamos más un modelo de reflexión basado en preguntas y cuestionamientos, que ofrecernos a nosotros mismos una retahíla de afirmaciones en formato de consignas y lemas que no darán satisfacción interpretativa a muchos de los interrogantes que se nos formulan. Por lo tanto de lo que hay que hablar es más sobre preguntas que sobre respuestas, y seguramente en casi todos los ámbitos de la vida necesitamos replantear los interrogantes que nos formulamos
Podríamos tranquilizar nuestra conciencia si nos limitamos a utilizar algunos métodos de apariencia bastante seguros, que en épocas pasadas sirvieron para dar respuesta a los diversos interrogantes que se planteaban, o al menos ayudaban a no pensar de manera muy crítica los cambios que en la realidad acontecían:
- Desde posturas simplificadamente llamadas individualistas (que en realidad no son otra cosa que una manifestación de nuestro sometimiento, la mayoría de las veces inconsciente, al relato de la posmodernidad) se puede llegar a afirmar que sólo la gente se mueve por intereses subjetivos y personales, y que lo que prima es un modelo conductual basado en el egoísmo, un cinismo complaciente, una degradación de las relaciones sociales, la emergencia de una sociedad líquida, o simplemente la caída libre de los valores colectivos. En ese contexto tampoco es ajeno el problema que representa la constante confusión en términos de comunicación entre fondo y forma, dicho de manera más actualizada, representación y contenido
- Desde posturas marxistas se podría aseverar que todo se debe a un problema de enfrentamiento de clases y lucha por los medios de producción, y si se pretende aplicar un discurso más aggionardo y sofisticado, se podría añadir un andamiaje conceptual sostenido sobre la conceptualización de los aparatos ideológicos del estado y de algo que no se ha trabajado suficientemente aun, pero que sería interesante trabajar que son las nuevas conformaciones de dichos aparatos ideológicos, bajo la caparazón de un poder omnímodo y poco arraigado al hecho territorial que conforman las corrientes transversales de pensamiento que surgen de los efectos más perversos de la globalización .
- Desde posturas más heterodoxas en términos analíticos podríamos apelar a una combinación asimétrica de diversos enfoques donde para unos casos utilizaría metodología marxista, en otros casos un planteamiento ecologista, en otras perspectivas reflexiones que podríamos denominar neo weberianas, apoyándose en muchas oportunidades en discursos de análisis institucional y situacional, y sobre todo del pensamiento fructífero de los movimientos y pensamientos sociales .
Quizás lo más importante e interesante de lo que hemos heredado de la dura y caída de las ideologías hegemónicas en sus formas más ortodoxos es la posibilidad de intentar interpretar la realidad desde muchos y diversos puntos de vista posiciones ideológicas y concepciones teóricas, y a veces hasta incluyendo la dimensión de las emociones, cosa prácticamente impensables hace 30 o 40 años en un pensamiento progresista, o hablando con más propiedad, en los pensamientos hegemónicos de las lecturas progresistas de la realidad .
Es por eso que no nos ha de dar miedo hablar de crisis, porque el mundo vive en crisis. Lo que no es de recibo es decir que sólo uno de esos múltiples actores (la izquierda) en la que vive su peor momento. Si no habría de interrogar a la iglesia o al ejército (como bien dijo Freud, las dos verdaderas instituciones) como andan de crisis de vocaciones y de crecimiento numérico, sino es siempre apelando a los sentimientos más emotivos y menos racionales para lograr adhesiones en un caso, y en el otro simplemente como una salida laboral.
Desde esta perspectiva se hace difícil entender cuáles son las razones por las que la izquierda tiene muchas veces una postura defensiva en términos políticos, y hablar de crisis, o hablar de cambio de modelo y paradigma, le hace pasar por momentos de verdadera zozobra a nivel de identidad y de auto reconocimiento .
La historia de la izquierda en la época contemporánea siempre ha sido de demostración de vitalidad, de búsqueda de las formas más activas de democracia, y de lucha por los derechos, libertades e igualdades, acompañado de asunción de responsabilidades autocríticas severas cuando las cosas no han ido bien dadas. Eso pocas veces pasa en la derecha, no que decir de la española. Y cuando se habla de crisis, se habla casi siempre de la izquierda con mayúsculas.
Cuando se habla de crisis en la derecha los referentes están relacionados con partidos concretos, o con actores con nombre y apellido. Dicho esto creemos que cuando hoy en día se habla de crisis de la izquierda, necesitamos introducir propiedad y pertinencia al debate.

Los referentes interpretativos de la realidad de la izquierda hoy día
Podríamos partir de diversos referentes que nos permiten hablar hoy en día, sin hablar de crisis de la izquierda, sí en cambio hablar de cambios escenarios en la realidad que se analiza y sobre la que se pretende intervenir, que nos permitiría entender al menos cuáles serían las necesidades de nuevo posicionamiento
La renovación en las formas de hacer y gestionar la política, ya sea desde la construcción del corpus conceptual exige la necesidad de diseñar nuevos y más eficaces instrumentos que garanticen el cumplimiento de los objetivos planteados como organización política. En este sentido dos han sido los referentes significativos en la reformulación de la izquierda en el discurso contemporáneo.
Por un lado la crisis de la idea de progreso, y por otro una cierta aceptación de que algunos aspectos habría un cierto fin de la historia, a una aceptación de manera genérica del mercado y democracia como binomios que representan una ineludible situación de “fin de modelos” . Esta suerte de conclusión ha puesto en entredicho el supuesto sentido primigenio de lo que era la posición de la izquierda. Este aspecto de crisis del relato es quizás el que más ha condicionado el discurso del cambio, porque ha puesto en entredicho de manera equívoca el valor del sentido político del proyecto.
Y, lamentablemente, la crisis del socialismo real hizo mucho por esa crisis de la idea de progreso abatiendo muchas expectativas de nuevos relatos de mejora y justicia social, y poniendo a la izquierda en una posición harto defensiva. Seguramente una crítica a tiempo no hubiese encontrado tan debilitada a la izquierda en el debate ideológico lo que nos conlleva a preguntarnos porqué razones en algún momento no se fue más severo con la crítica al modelo soviético . En este sentido sería interesante a la luz de la experiencia de leer a autores poco conocidos como Martín Buber que en el libro "Caminos de Utopía" ya planteaba un debate donde ya en los años 50´ excluyendo a los países del socialismo real como cualquier posibilidad alternativa a un modelo basado en un relato de progreso.
Por otro lado, otro elemento que podríamos destacar es la idea de cambio en el modo producción. Parecería como que este debate está totalmente dejado de lado, al menos bajo la hipótesis de que el mercado ofrece las soluciones más eficientes a la provisión de determinados tipos de servicio, y lo que resta por controlar la eficacia del modelo en términos de equidad y redistribución. El problema es que en ese proceso la izquierda ha dejado muchas de sus referencias principales a cualquier instrumento que permita repensar alguno de los aspectos que conforman el modelo capitalista actual: ni la propiedad de los medios de producción, ni las formas de economía social, ni tan siquiera la bandera por nuevos retos como son el emprendimiento individual y colectivo, que como mínimo en Europa, fue impulsado por la izquierda más que por la derecha. Y no digamos el olvido, sobre todo en las políticas prácticas, que se ha tenido por la pequeña y mediana empresa, del trabajador individual y artesano, parte del cual aquí hemos llamado autónomo y constituirá una progresiva presencia en el volumen global del mercado de trabajo (en Catalunya representa ya más del 20% de la población ocupada).
Solamente cuando el mercado ha empujado hacia esta figura a cientos de miles de trabajadores que en otros sistemas debería ser asalariados normales, bajo la excusa la competitividad del mercado de trabajo y la globalización, nuestra mirada se ha dirigido hacia el autónomo, hacia el artesano, hacia la pequeña y mediana empresa, más me pequeña y micro y mediana, pero con un interés más electoral que ideológico. Quizás no cabe criticar la licitud de la mirada, pero a muchas experiencias personales nos podríamos remitir, ha sido un poco tristes que los propios emprendedores o los pequeños empresarios que militaron o aun militan en la izquierda, hagan recordar que no sólo son una buena cantera, sino son otro modelo de organización económica de la sociedad, y también un elemento de redistribución de riqueza. Nos debería dar un cierto reparo intelectual y político el hecho que las lecciones provengan desde las experiencias de micro créditos de Bangladesh, que a la vez nos recuerden que las mujeres son unas excelentes emprendedoras, y más aún excelentes pagadoras de créditos blandos.
Volviendo al relato central hemos de recordar, hecho muchas veces olvidado, que la izquierda nació con dos ideas muy claras: una referida al modelo de representación política, y la otra a una propuesta del nuevo modelo económico de la sociedad. Estos dos componentes nos llevan a la reflexión que si éstos son los dos factores que más en crisis han entrado, que significa en este momento ser de izquierdas y cuales son los referentes principales que conforman su identidad en el momento actual. Esta reflexión nos lleva a prestar especial atención al tema de la democracia política y la democracia económica.
Sabemos que las formas de representación actual no son las más idóneas para mantener una cierta tensión positiva con el elector ni con la ciudadanía. Pero también hemos de reconocer que, mal que nos pese, los partidos políticos en la sociedad occidental se han ido convirtiendo en buena medida en una maquinaria de representación institucional. No necesariamente esto tiene que ser exclusivamente tomado como una crítica, si no más bien una cierta constatación de hechos del funcionamiento actual de la política.
Este aspecto de la realidad política actual nos ha de poner atención a la evolución de la democracia, más aun cuando las lecciones de participación nos vienen desde Estados Unidos en el que las últimas elecciones han sido una interesante experiencia de participación en el proceso por un parte importante de la sociedad. Los ensayos de elecciones primarias quizás no sean los más idóneos aun para Europa, pero eso no quiere decir de ninguna manera que no deba llamarnos la atención que algún sistema deberíamos encontrar para tratar de aproximar las decisiones políticas, sobre todo en la fase electoral, a los ciudadanos. Si a eso le complementamos con modelos de participación ciudadana bastante directos, que vive en el riesgo de caer en la hegemonía de nuevas elites conformadas por interlocutores corporativos, verdaderos profesionales de la participación, como a veces se pudiera convertir la sociedad civil si no se aplica también mecanismos similares a su propia práctica, pues nos estaríamos acercando hacia un debate muy necesario sobre la realidad de cómo entrar de lleno en los aspectos de crisis de la política.
Otro aspecto a mencionar hace referencia a los nuevos paradigmas de debate político constituidos alrededor del tema de la ecología y la sostenibilidad que se han vuelto elementos determinantes en el debate actual, y que como bien han demostrado algunos mandatarios hasta ahora ha sido un patrimonio de los sectores progresistas, pero en cualquier momento puede también serlo de sectores más reaccionarios, neoliberales, conservadores, o simplemente oportunistas.
El último aspecto al cual queremos hacer mención se refiere al debate sobre los valores y la ideología. Siempre, o al menos en el mundo de la Europa mediterránea y su ámbito de influencia, se consideró que la derecha era atávica en términos ideológicos, con ideas fijadas en el tiempo pasado, que sus ideologías eran reaccionarias de por sí, y siempre necesariamente oportunistas. En muchos aspectos seguramente sigue siendo así, pero las operaciones de maquillaje que han practicado les ha permitido posicionarse de otra manera en este contexto complejo, a la vez que han ido alimentando un nuevo discurso, seguramente afincado en muchos aspectos en miedos y resistencias sociales (como su posición respecto a la cuestión migratoria, de seguridad, y en temas religiosos y de ética pública) pero también bañado de posicionamientos de eficacia económica, apuesta por las nuevas tecnologías, e incorporación de ciertos aspectos de modernidad que conectan plenamente con una parte importante de la clase media española, e inclusive de muchos jóvenes de ese sector social. No podemos cerrar el debate pensando que las clases medias emergentes no se identifican con este modelo. Por el contrario puede resultar muy efectivo, y si no se entiende, es difícil comprender fenómenos como Sarkozy, Berlusconi, e inclusive los 10.000.000 de votos largos en España, con hegemonías claras en comunidades autonómicas de mucho peso.
Por otro lado la crisis de los modelos del socialismo real no ha dado como resultado una crisis equitativa de todos los modelos políticos, sino más bien la apariencia de un claro triunfo de un modelo (capitalista) sobre otro, y un debilitamiento del socialismo democrático (que aparece como una tercera vía en ese momento). En ese sentido la izquierda, delante de esa crisis - al menos hasta la versión actual de terceras vías - sólo ha hecho que reafirmar en su tradicional respuesta, que era su propia tercera vía de los años 20, y que no era más que “más Estado de Bienestar” para combatir el embate neoliberal, pero profundizando muy poco sobre los modelos de representación política, de participación de la ciudadanía y de nuevo modelo de gestión del economía y de participación en el mercado.

Los retos de la izquierda en los nuevos escenarios
La sociedad actual presenta nuevos retos derivados de la arbitraria conjunción entre modelo emergente de globalización, crisis de representatividad política, nuevo orden internacional económico, y nuevos retos culturales, informacionales, tecnológicos, de conocimientos y sociales, factores que provocan una situación nueva en la que hizo mucho mayores las preguntas que las respuestas. Específicamente en los temas sociales y culturales, aparece con mayor peso y contundencia el tema de la incertidumbre personal: precariedad laboral, identidad cultural, inseguridad social, etc.. En este sentido la izquierda se encuentra con un nuevo marco económico, social y cultural que ha atacado el corazón de su discurso de manera mucho más severa que lo que podría haber afectado a otras corrientes ideológicas. Y en particular con un efecto que hace referencia directa al desinterés (con su nueva y actualizada versión semántica de desafección) por la política de sus propios votantes y simpatizantes, que son quienes más padecen los efectos de la inseguridad social, de la precariedad por los efectos de la crisis y los violentos cambios culturales sociales y tecnológicos.
La pregunta que nos hacemos es si las respuestas han estado a la altura de las circunstancias. ¿Cómo han sido las diversas respuestas a estos nuevos retos y cambios? ¿Se han correspondido al sentido y magnitud de los problemas con las estrategias adoptadas? ¿Cómo han afectado las faltas de respuestas a la pérdida de presencia en sus votantes tradicionales?
Delante de este hecho se han ido practicando dos modelos de respuesta desde la izquierda, no excluyentes necesariamente entre sí:
- O más Estado de Bienestar, más servicios, más representación de un escenario político y económico que apela a una mayor redistribución de los recursos, pero en un contexto en que el ciudadano, por razones perceptivas de naturaleza fiscal o simplemente de servicios conocidos, no espera otra cosa de ese estado, por lo tanto más estado de bienestar no es ninguna novedad. Inclusive en algunos casos esta política pervierte aun más las culturas del subsidio, y afianza las políticas de igualitarismo de bajo perfil, y generación de posibles nuevas inequidades
- O subrayar los valores y las tendencias ideológicas del modelo de sociedad que se propone, intentando trasladar a un debate de modelo de sociedad, inclusive por encima del modelo de estado. Pero ese discurso es flagrantemente contradictorio con la hegemonía de una sociedad basada en una posición hedonista y ciertamente individualista, cómo podríamos calificar a esta sociedad actual, denominada por Baumann como líquida .
A estos dos aspectos le podríamos añadir el debate sobre el mercado. No debemos dejar de recordar que sigue siendo pendiente del debate sobre si el mercado ha de ser aceptado tal cual - obviamente, con toda las matizaciones de regulación y control de aspectos esenciales de la economía - y los modelos de representación y democracia política son los que impone la estricta democracia parlamentaria. Es obvio que no se plantean como opciones alternativas, pero sí en cambio el orden enunciativo del discurso ha condicionado el mensaje.
Nadie duda que gran parte del epicentro del problema radica en el verdadero debate sobre ciudadanía. Atendiendo a estos rápidos antecedentes la pregunta es que pretende ser la izquierda delante de estas nuevas realidades. Algunos temas irían por la definición del sentido de ser de izquierdas. En este aspecto la enumeración de temas a debatir no es menor. A título indicativo algunas pinceladas de los debates actuales:
- Una línea de trabajo está encaminado a debatir sobre los aspectos relacionados con el modelo de sociedad, modelo de movilidad social, referentes y valores de la sociedad actual.
- Una segunda línea está relacionado con el debate sobre la el mercado en la perspectiva sobre cual es el modelo de la izquierda en relación con la organización económica de la sociedad, si simplemente la apelación a un discurso de la eficiencia del sistema es suficiente para entender cómo organizar el proceso. Faltaría saber cuáles son los principios de eficacia que regulan esta opción de apuesta por el mercado.
- Otro aspecto está relacionado con la representación política tal como se ha construido hasta el momento. Quizás nos deberíamos preguntar si el modelo actual democrático es garantía suficiente para dar satisfacción a la demanda que la izquierda tenía respecto a profundizar en la democracia participativa.
Estos aspectos antes mencionados son los que marcaron durante muchos años la reflexión y la práctica del pensamiento socialista. El debate actual aparece complementado con la necesidad de introducir los aspectos que hacen referencia a la construcción de los signos de identidad que conformarán también el modelo de organización interna, en particular la relación con la propia militancia, los sectores próximos y los propios votantes. En ese contexto los interrogantes también afectan a los modelos de relaciones y organización internas en la perspectiva de un pensamiento referido a interrogantes como desde donde se trabaja el aspecto voluntarista, altruista, comprometido con la comunidad y la cosa colectiva que debe conllevar la política de izquierda.
En un sentido paralelo la pregunta hará referencia a cuáles son los elementos que invitan a hacer políticas de izquierda. Son sólo matices en relación con los acentos fiscales, o un acceso más igualitario a los servicios, un mayor énfasis simplemente en la responsabilidad de la gestión de los asuntos del estado? ¿Qué es lo que mueve la adhesión, el compromiso,……? ¿Qué es lo que puede motivar a la adhesión a un proyecto colectivo para abordar los retos más importantes?
En ese contexto se hace fundamental entender que respuesta expresa la izquierda a nuevas situaciones sociales que crean desigualdades no solo económicas y sociales, si no también en temas de afección e interés por la política. En ese marco se puede considerar algunas consideraciones específicas al respecto. Las preguntas que nos exige esta reflexión podrán ser las siguientes:
- ¿Cuáles son los “signos-significados” para demostrar que existe un espacio para la izquierda en el contexto actual? ¿Es la ocupación de un espacio político conformado como una intersección de una alianza multivariable y multiforme, que requiere nuevos límites y alcances? ¿Es una construcción política con una identidad que ha innovarse en sus formas de representación, organización, referentes económicos, formas de gestionar la cosa pública, etc.? ¿Es una respuesta inconformista a las injusticias actuales? ¿Cuáles son los acentos en el orden económico, social, en los servicios, en los valores, en la representación para generar nuevamente credibilidad, aumentar la legitimidad de sus propuestas? ¿Cómo se hace para subrayar aquello que fortalezca una identidad y responda a las necesidades ciudadanas?
- ¿Qué diferencia a la izquierda de los movimientos radicales, contestatarios, e inconformistas? ¿Es el futuro de la izquierda un movimiento radical, un retorno a la defensa “per se” de un movimiento de ciudadanía, una máquina más eficiente de redistribución, una búsqueda de un no lugar para ser ocupado por significantes diversos pero a la vez convergentes y modelar una identidad nueva, quizás diversa a aquello que evocaba en siglo pasado?
Con ese panorama político hoy en día vemos evoluciones paralelas: tercera vía (ciertos demócratas americanos, corrientes laboristas, etc.), nueva izquierda aliada a nuevas corrientes radicales (IC, Lafontaine, etc.), defensa estricta del estado de bienestar adaptado a nuevos retos, y de modelo económico socialdemócrata (izquierda laborista, izquierdas socialistas, la mayoría de partidos socialistas europeos) nuevos modelos más centrados en la ciudadanía (idea Partido Demócrata europeo) modelos socialistas evolucionados (acento combinado de igualdad de oportunidades, redistribución “liberalizada” y modelos de ciudadanía avanzados - igualdad en temes de elección sexual, de género, etc.).
Esta reflexión y análisis diferencial de las diferentes corrientes políticas económicas y sociales que conforman el núcleo de las izquierdas en el mundo occidental nos lleva a intentar entender cuales son los retos actuales. En ese contexto cabría reflexionar sobre cuáles son los modelos que tienen más sentido y vigencia hoy en día. Así pues, es fundamental pensar que vamos hacia una vía de trabajo que tendrá que partir de los aspectos claves:
- Por una lado, un permanente aprendizaje de la experiencia, y de la adopción de prácticas experimentadas en otros contextos que pueden ayudar a iluminar cuáles son algunas de las respuestas a los retos principales.
- El otro, como asimilar una profunda reflexión sobre cómo tener preparados los instrumentos necesarios de interpretación y acción para dar respuesta a los nuevos retos, superando cualquier posición dogmática, ortodoxa, o simplemente anclada en los modelos tradicionales y asimilados por la mayoría de los partidos de izquierda.
Dentro de esta perspectiva no querríamos dejar pasar la oportunidad de indicar que la izquierda, delante de los cambios y nuevos retos que provenían del entorno, ha tenido la respuesta en el límite de su propia endogamia: más eficiencia, más gestión, más responsabilidad de la cosa pública. En términos de management (para apelar a aquello tan ardientemente defendido en algunos momentos por algunos políticos de izquierda) cuando se pide desde la ciudadanía más eficacia se responde con eficiencia.
Finalmente, del debate no se debe llevar a pensar solamente cuál sería el posicionamiento de la izquierda en el plano político, reduciéndose el discurso a un exclusivo hincapié en la provisión de servicios públicos como tema central, que será motivo de otras reflexiones. En este sentido las ideas de preguntarnos sobre cuales serían los acentos, que modelo de sociedad y participación, los énfasis y prioridades, en fin que identidad se dota la izquierda para tener un posicionamiento innovador en el campo político que le permita tener una hegemonía y un grado de adhesión acorde a sus expectativas de transformación social.

Etiquetas: , , ,