Blog de Héctor Santcovsky

un blog para reflexionar sobre política, sociedad y retos de futuro

2/5/21

 

Otras lecciones sobre el capitalismo

 

La publicación del libro “La tiranía del mérito” en el medio de la pandemia ha venido muy oportunamente a ocupar un lugar sobre una de las principales lecciones que esta trágica e inédita situación social y sanitaria ha traído a nuestra realidad.

Como en ningún otro momento reciente de la historia el papel del sector público, pero muy desde la perspectiva del “bien común” – no desde la intromisión que plantean respectivamente los modelos estatistas o ultraliberales – la necesidad que el estado intervenga de manera contundente se ha demostrado imprescindible para atajar y contrarrestar los efectos más complejos de la situación creada.

En ese contexto son importantes diversas aproximaciones, entre las que destaca especialmente el trabajo del filósofo Michael Sandel del libro antes citado.

Tomamos la excusa de su obra porque lo que entra en el debate es la necesidad de posicionarnos delante de la ortodoxia del libre mercado, religión sagrada del pensamiento neoliberal, pero también de muchos de los ideólogos de la tercera vía, especialmente en la obra y acción de Tony Blair. No por nada cuando Miliband tomó el liderazgo del “Labour” la obra de Sandel  ayudó a criticar el sistema vigente con una definición muy gráfica que retrataba contundentemente al modelo: “capitalismo depredador”.  

La situación que deriva hoy en día de lo que ha provocado el populismo, el modelo iliberal y el posicionamiento radical de ciertos movimientos políticos actuales exige superar esta grave situación que podemos calificar de polarizada, extremista, contaminante del clima social y político, ponzoñosa, lesiva, nociva y malsana.

El problema radica en encontrar los mecanismos de superación de esta situación, de la cual muchos responsabilizamos el propio posicionamiento de las tendencias progresistas

El discurso y su libro del mismo año, Lo que el dinero no puede comprar, ayudó a inspirar la crítica de Miliband al “capitalismo depredador”, que fue la contribución distintiva del líder laborista al debate político posterior al colapso en Gran Bretaña.

Lo que el dinero no puede comprar selló el estatus de Sandel como quizás el crítico más formidable de la ortodoxia del libre mercado en el mundo de habla inglesa. De hecho su excelente crítica ha puesto sobre la mesa el debate sobre los diversos aspectos que configuran el “core” del discurso liberal.

Su severa crítica a la forma que el bien común ha dejado de estar en el epicentro del discurso social y cívico exige repensar como abordar la realidad de la gente y, especialmente, reflexionar como volver a poner en circulación un fuerte componente social alrededor de la cosa colectiva, la solidaridad, la justicia, la igualdad, el empoderamiento, las políticas por la inclusión social.

La cuestión de cómo revivir estas virtudes cívicas se encuentra en el corazón del nuevo libro de Sandel, publicado este mes. Como los comentaristas estadounidenses advierten sobre una elección de “Armagedón” en un país dividido, ¿cómo se puede revivir una vida pública menos resentida, menos rencorosa y más generosa? El punto de partida, incómodamente, resulta ser una hoguera de las vanidades que sostuvieron a una generación de progresistas.

Para el discurso de los incondicionales de Barack Obama, Hillary Clinton, Tony Blair y Gordon Brown, será una lectura desafiante. Al defender una "era del mérito" como solución a los desafíos de la globalización, la desigualdad y la desindustrialización, el Partido Demócrata y sus equivalentes socialdemocrátas europeos, argumenta Sandel, “colgaron a la clase trabajadora occidental y sus valores, con desastrosas consecuencias para la población”.

La izquierda se aferró al modelo de la igualdad de oportunidades y en el fondo el reclamo del mérito como forma de reclamar que la igualdad era posible.

La realidad demuestra que la desigualdad no se reduce, que el mérito no es condición suficiente para la promoción social y laboral, que los orígenes sociales son determinantes para el posicionamiento personal y que el talento no es condición suficiente para obtener una recompensa laboral, económica, social y de satisfacción de expectativas personales.

Si bien Blair, Obama, Macron, la socialdemocracia europea reclama que se han de dar condiciones para poder progresar. Eso nadie lo pone en duda, pero los datos están allí y los más pobres, por más que cuenten con una educación adecuada pero no todas las oportunidades se brindarán.

Sandel aporta que “la reacción populista de los últimos años también se ha debido a una revuelta contra la tiranía del mérito, como la han experimentado quienes se sienten humillados por la meritocracia y por todo este proyecto político”.

Respecto a los supuestos meritocráticos que han sellado moralmente a una sociedad de ganadores y perdedores abre un debate a tener presente y es el replantear el modelo de sociedad y el modelo laboral.

El mejor ejemplo que hoy día tenemos es la entrega de los profesionales que han sacado adelante los problemas de la pandemia, médicos, sanitarios, empleados de supermercado, transportistas, fuerzas de seguridad, profesores y profesoras, todos y cada uno han aguantado esta crisis y han demostrado que ha primado el bien común por sobre el egoísmo de las carreras profesionales, de ser ganadores, de triunfar a toda costa, sobre todo bajo la lógica neoliberal que requiere que para que unos ganen otros, la mayoría ha de perder.

Aquí es donde cabe hacerse una reevaluación total de como se recompensa, premia, reconoce socialmente el bien común. ¿Tiene sentido que un bróker gane 10 o 100 veces más que un cirujano, basándose sus beneficios en las finanzas especulativas? Se entiende en esa perspectiva el primer esfuerzo que está haciendo Biden con sus medidas impositivas.

Eso significa poner patas arriba sistemas de promoción, convertir la universidad en un espacio de conocimiento y oportunidades. Y eso significa revalorizar el rol de la formación profesional y de los valores del trabajo, y también de la solidaridad y la búsqueda del bien común.

En síntesis el pensamiento de Sandel aboca a que la izquierda repiense el modelo meritocrático, modelo que se ha convertido en el credo de facto tanto del centro-izquierda como del centro-derecha en Estados Unidos y en Europa con la creencia de que  aquellos que "cumplen con las reglas" deberían poder "elevarse hasta donde les lleve su talento y trabajo duro".

Es por eso que toca ahora repensar el modelo de igualdad que se propugna desde la izquierda. No solo la sociedad meritocrática es la respuesta a la crisis de desigualdad. Cabrá estimular modelos de empoderamiento de todos y cada uno de ciudadanos y ciudadanas para poder realizarse personalmente y poder disfrutar del bienestar y la calidad de vida que toda la población se merece y le corresponde.