Blog de Héctor Santcovsky

un blog para reflexionar sobre política, sociedad y retos de futuro

2/5/21

 

El discurso de la política actual y los universos narrativos

Las elecciones en Madrid se han convertido en una buena excusa para profundizar sobre los universos narrativos en los discursos políticos.

En el excelente (para aquellos que apreciamos la literatura de Borges) dos textos vienen a cuento de algunos de los debates actuales. Por una lado en "El jardín de los senderos que se bifurcan" así como en el ensayo El idioma analítico de John Wilkins,​ ilustran, desde perspectivas diferentes la situación en la que vivimos.

Así la propia idea de tiempo  no es uno y unívoco, sino que es una dimensión múltiple e infinita. La metáfora del jardín de los senderos que se bifurcan es adecuada para el tiempo: cada sendero es una línea temporal que a su vez se ramifica en infinitos senderos. Por lo tanto las narraciones varían en función del lector, de su posición, de su observación, de su voluntad, pero también del azar.

El segundo cuento en el cual se escribe que los animales se clasifican en diferentes formas,  pero en cualquier caso desde la arbitrariedad más absoluta (a título de ejemplo los animales se clasificarían (a) pertenecientes al Emperador, (b) embalsamados, (c) amaestrados, (d) lechones, (e) sirenas,....(k) dibujados con un pincel finísimo de pelo de camello, (l) etcétera, (m) que acaban de romper el jarrón,.....) permite concluir al autor en dicho relato que "(...) notoriamente no hay clasificación del universo que no sea arbitraria y conjetural. La razón es muy simple: no sabemos qué cosa es el universo".

Tanto el primer cuento que plantea una situación seguida de caminos que se pueden ir articulando en diversos destinos, como en el segundo que los ojos y miradas del observador se conformarían de manera adecuada a su particular visión de mundo, sumado a aquello que George Lakoff llama "una taxonomía particular" o sea una clasificación semántica dependiendo de los usos vernáculos o de las costumbres narrativas de los entornos, hacen que los discursos se articulen en función de unos intereses y unas percepciones sesgadas y en cierto sentido sectarias y excluyentes.

El problema radica en que, más allá de la auto credibilidad por parte de los actores de sus propios discursos, en el fondo lo que sí se genera es un discurso que se lo acaban creyendo y que combina plenamente con los intereses más limitados de los emisores. 

Esto hace que la narración se divida en una multiplicidad de universos narrativos, los cuales, a su vez, generan el marco de nuevas bifurcaciones y que brindan una base de estructura de enunciación que permite armar un modelo de discurso básico donde se van alterando las piezas, pero siembre desde la perspectiva de una visión global.

En ese contexto el rompecabezas se arma en base a definiciones estrictas, arbitrarias, que dando lugar a diversas posibilidades, buscan en su destino llegar a aquello que se proponen. 

¿Y en el caso de las políticas "populistas"? La campaña de Madrid es el ejemplo. Da igual de lo que hablo, no me muevo del guión. Pero el guión, a diferencia de otras campañas, se basa en una clasificación concreta del como y el que decir. 

Diversos autores introducen las propiedades de este discurso. Por ejemplo Verónica Fumanal en El Periódico del 2 de mayo de 2021 propone 4 componentes: discursos testosterónico; provocación, desafío, desdén, rechazo; negacionismo y mentira cuando la realidad no cuadra con sus intereses; crítica a las instituciones con pensamiento dicotómico, buenos/malos, ellos/nosotros, pueblo/elite, izquierda - comunistas, chavistas, castristas /libertad,......

el politólogo chileno Mauricio Rojas plantea cinco condiciones: La primera de estas ideas del discurso populista es “la contraposición maniquea entre pueblo y élite”. “El pueblo es puro y representa la verdadera nación, pero vive bajo la dominación y el engaño de ‘los de arriba’, es decir, de la élite que es corrupta y explotadora”.

La segunda idea es “asociar la élite nacional a un enemigo foráneo” derivado de  usando  ‘la mundialización salvaje’”.

La tercera idea es “la metáfora apocalíptica”, que hace que “en el imaginario populista el abismo nunca está lejos”.

La cuarta idea es “el elemento mesiánico”, en la función del líder.

La quinta y última idea es la articulación del mensaje populista como “discurso generalizado de protesta”.

Y para que funcione tienen que operar tres condiciones

- Formas pleibiscitarias, tipo referéndum o similares.

- Protagonismo del líder, con una historia épica.

- Riesgo de inestabilidad. 

Y seguramente la más importante crítica y ordenación provenga de Pierre Rosanvallon (El Siglo del Populismo). Este autor recoge cinco ideas centrales en el discurso populista:

- Una teoría del pueblo basada en el "ellos y nosotros", pueblo versus élite, de la clase al "pueblo". En Trump la alianza de clases se veía clarísimo.

“Una teoría de la democracia: directa, polarizada, inmediata, combinada con el culto del referéndum y la apología de la democracia directa”.

- La idea del hombre pueblo.

Una política y una filosofía de la economía: el nacional-proteccionismo.

- La primacía y hegemonía del "debate emocional" sobre el debate ideológico, con inclusive señales de identidad difusas pero contundentes. (¿Qué es ser de Madrid?, América "first", Democracia o Fascismo....

Pero no debemos dejar de añadir que la principal aportación de Rosanvallon es ser objetivo, ser exhaustivo y riguroso, actuar con una cierta frialdad de opinión, no meter todo en un mismo saco porque justamente la debilidad ideológica hace que cada propuesta sea diferente, pensar que no vamos, en principio, hacia los años 40 sino el riesgo es la democracia iliberal y por último que al populismo no se le combate con menosprecio o desdén - Clinton - sino con alternativas al sustrato real y efectivo de su crítica: la falta de una democracia participativa, comprometida, solidaria, capaz de rendir cuentas y con vocación de transformación social.

Volviendo al principio, la arbitrariedad es el fuerte del discurso populista, la taxonomía de sus críticas es difusa y aleatoria, sus propuestas son de la bifurcación narrativa constante. Miremos a Borges, al menos para que nos ilustre y cambie un poco nuestra visión del problema, rompiendo los dogmas interpretativos que a veces tienen atenazada a la izquierda intentando encontrar una racionalidad que no siempre es ni tan clara ni tan objetiva.