Blog de Héctor Santcovsky

un blog para reflexionar sobre política, sociedad y retos de futuro

22/2/09

De la crisis del PD en Italia: la puntilla de la crisis europea de la izquierda? Excusa para una reflexión

Atónitos (quizás no tanto) observamos la crisis del PD, heredero de un partido que para muchos fue referencia (aunque tangencial en mi caso) de aquello que era el paradigma de la política de izquierdas en el mundo occidental.
Más allá del cariño y admiración que nos provoca Italia – no puedo negar que cuando estoy en ese país me siento como en casa, no se si por el caos, por la cadencia del habla, o por la belleza de sus mujeres – el Partido Comunista era algo más que un referente. Era el símbolo de la construcción conceptual más potente de la izquierda – con Gramsci a la cabeza -, de un sindicalismo vigoroso, de una gestión municipal que durante años fue referencia imprescindible para entender cómo trabajar próxima la gente, como dignificar el territorio, como incorporar el medio ambiente en el discurso político.
Era para muchos, en mi caso con mi origen, el referente de NO Partido Comunista. Acostumbrados a la ignominiosa trayectoria del comunismo ortodoxo en América Latina y algunos lugares de Asia, al abyecto servilismo al socialismo real de muchos partidos, los italianos eran el paradigma de la independencia, de la innovación y del pensamiento crítico.
Es por eso que siempre hemos admirado como durante años este comunismo italiano ha intentado entender intelectualmente que sucedía su país y desde el compromiso histórico, hasta este último experimento de conjuntar en un modelo de tipo radical y transversal a un movimiento político se intentado casi todo para ampliar su base social, y no perder su presencia electoral, manteniendo valores y programas.
No obstante, el resultado no ha podido ser más desolador que el que estamos observando. ¿Qué es lo que podemos atribuir como aquello que ha fracasado?
Hoy no querría pensar en los éxitos del adversario, que no han sido pocos. Ya llegaremos a ese punto, y quizás entendamos que esa identificación con la frivolidad, la chabacanería, el mal gusto y el desentendimiento de la cosa pública, sea de las cosas que más arraigan con un cierto sentir medio italiano, y que Berlusconi encarna tan ejemplarmente. Pero hoy no toca eso.
De bien seguro el problema de fondo, en lo que respecta a la izquierda, es que no ha habido una posición coherente de cómo encontrar un papel y rol a posiciones de progreso en este nuevo contexto. Una primera hipótesis que me atrevo a anunciar es que si bien las señales de crisis y cambio de realidad se hacen evidentes, muy probablemente los modelos y parámetros de análisis utilizados para interpretar esa nueva realidad están radicalmente en crisis
Seguramente ya no nos sirve un modelo fuertemente arraigado en una base conceptual y analítica sostenida paradigmas ideológicos de siglos pasados. Ahora bien dos elementos a modo de conclusión:
- ¿Por qué razón si bien los análisis son bastante eficaces, las propuestas guardan muy poca relación con la rigurosidad analítica, y mucho menos en términos de respuestas imaginativas, innovadoras y de propuestas más arriesgadas y comprometidas en términos de estrategias y modelos organizativos de hacer política?
- ¿Cuáles son los elementos que nos han de llevar a repensar más certeramente cuáles han de ser los movimientos políticos en próximos escenarios, donde poner los acentos, con que actores trabajar prioritariamente, como modificar nuestras formas de aproximarnos a la política, a la sociedad, y sobre todo a la gente, entendida en una dimensión, como mínima diversa, al paradigma al que estábamos sometidos?
Ahora toca asumir complejos del debate sobre por dónde habrá que hacer política. Significa eso romper muchos clichés, y quizás el más importante pensar que los referentes personales y sociales no siguen siendo los mismos que hace 30 años, y que los hijos de la clase obrera y de las clases medias que han vivido la transición se mueven referentes ideológicos y políticos de diverso contenido y calado.
Es un momento complejo, y oportunidades tenemos. Ahora toca ser capaces de hincar el diente en esta nueva forma de entender la política, ya que si no, muy probablemente más tarde o más temprano, nos veremos sumergidos en una crisis similar a la de los partidos de izquierda de Francia e Italia

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